sábado, 6 de agosto de 2016

¿Por qué la política y la economía deben ser llevadas como un matrimonio perfecto?



Por: José Olivares

Los Gobiernos a lo largo de la historia democrática de Venezuela, en el que el Estado paternalista creció de manera descontrolada y desproporcionada, han utilizado la política económica para manejar al país de una manera irresponsable que ha llevado a la descapitalización patrimonial, sobre todo de las generaciones futuras.

Un país que permitía décadas atrás, generación tras generación, escalar en el peldaño social, escalón por escalón, hoy día no brinda bondades a sus jóvenes para sembrar y echar raíces. Sin embargo, esta coyuntura actual, no debe verse como una derrota, al contrario, se debe aprender de los errores y permitir construir futuro y porvenir para sus ciudadanos.

Es por ello, que he dedicado estas líneas a escribir sobre la economía política del país, resaltando el hecho que ambas – la economía y la política – han afectado la calidad y el nivel de vida de los venezolanos.

Como lo he comentado antes los Gobiernos a partir de 1958 y hasta 1998, han mantenido controles en todos los ámbitos de la economía, decisiones erradas en materia económica tales como: la planificación centralizada, regulaciones de precios en alimentos, controles cambiarios, financiamiento a empresas estatales ineficientes, subsidio a las importaciones, proteccionismo al sector privado, es decir, el llamado Capitalismo de Estado (teoría Keynesiana), o también llamado socialismo light, fíjense que las decisiones en economía tomada por los políticos de turno, afectaron no sólo los números y las cifras económicas, sino también nuestra calidad de vida.

De no ser así, no hubiésemos decantado en lo que vino después – la era Chavista – que sí bien, fue producto de conspiraciones y la eterna batalla propia de nuestra historia entre el militarismo vs. el civilismo, y la oportunidad para la izquierda marxista de tomar el poder y hacer uso de los recursos del estado para dirigir al país a esta debacle actual. Profundizando inclusive el socialismo light hacía el socialismo del siglo XXI, que no es más, que la continuidad del modelo, es decir, la planificación centralizada, regulaciones de precios en alimentos, control cambiario, financiamiento a empresas estatales ineficientes, subsidio a las importaciones, proteccionismo al sector privado y sumando ahora, el irrespeto a la propiedad privada como derecho fundamental, sin garantías a la libertad de expresión, e inclusive el derecho a la vida.

Si bien es cierto, que estos actos irresponsables y discrecionales por parte de los Gobiernos, distorsiona la economía, (con más inflación y distorsiones), la consecuencia más grave y profunda es la que afecta a la psiquis del ciudadano, es decir, la gente.

Y es que las devaluaciones realizadas en los 50 años, han hecho que la población no tenga la suficiente confianza en su moneda local. Siendo la excusa perfecta “devaluar”, porque esto les permitiría al Gobierno utilizar la devaluación como mecanismo de ajuste fiscal, y así amortiguar el impacto de los ciclos de precio sobre los ingresos fiscales, afectando o contrayendo el gasto público, y su efecto en el empleo serian directos, por ser una economía donde el Estado es muy grande, y la mayoría de las fuentes de trabajo provienen de ese sector. (Más keynesianismo).

Entonces vemos como la política económica aplicada en Venezuela ha sido tortuosa y poco estable, llena de controles de cambio prolongadas, acompañada de devaluaciones imprevistas y con bajo impacto en el saneamiento de la economía nacional, con resultados negativos y resaltando la corrupción que genera el mantener controles en la economía por tiempos prolongados. Peor aún, sin tener un propósito a largo plazo, un propósito país, que nos permita construir en base al ahorro y la inversión la construcción de la generación de riqueza.

De igual manera, los Estados y/o Gobiernos, deben entender la importancia que tiene para sus ciudadanos el DINERO, el fruto de sus labores y trabajos, empeño y dedicación, que no pueden tolerar o soportar como se les vuelve agua entre las manos, afectando la calidad de vida, y le bienestar individual, o como lo señalaba Hayek:

Después de todo, una de las principales funciones del dinero es permitir a sus usuarios “ahorrar”, es decir, postergar consumo presente hacia un consumo futuro. En la medida en que la moneda se deprecia, los agentes económicos se ven persuadidos a consumir en el presente para evitar la pérdida de valor, lo cual en definitiva atenta contra el ahorro y en consecuencia, contra la inversión, la genuina generación de empleo y el desarrollo económico”.
Sí la economía y la política van de la mano, como ese pareja perfecta que les mencione al comienzo, obtendremos el bienestar individual, mejorando la calidad de vida de la gente y del colectivo en general. Con responsabilidad y gobernantes de altura, quienes administran las arcas del Estado, buscando alcanzar el balance fiscal, limitando el tamaño del Estado, y dejando el populismo atras.

¿Cómo ocurre eso?

Es necesario transitar hacia la economía de libre mercado, es el momento de hacerlo, no podemos seguir perdiendo el tiempo, por ejemplo: todos los países de Europa del bloque soviético, 20 años después de la caída del muro de Berlín lo lograron, viendo resultados importantes entre los primeros 3 a 5 años de su liberación. 

Todos los sectores debemos estar conscientes del camino duro que eso conlleva, sectores como: gobierno, empresarios, sindicatos, iglesia, trabajadores, asociaciones civiles, gremios, todos, debemos estar ya claros, que la intervención del estado no funciona.

Eso pasa por los siguientes pasos: levantar el control de cambio, liberar los precios y solicitar financiamiento a organismo multilaterales, es decir, una terapia de shock para el país.

Algunos escépticos dirán que esto traerá más inflación y menos inversión, y quizá al comienzo sí, los precios se dispararan como consecuencia de la represión que estaban sujetos y los inversionistas no vendrán corriendo a invertir; lo que sí es cierto, es que nosotros debemos dar señales de seriedad y consistencia en las políticas a tomar en materia económica. Ya luego el río tomará su cauce…

A cualquier gobierno de turno, lo que sí debemos exigirle es el respeto a los derechos humanos (derecho a la propiedad, derecho a la vida, libertad económica, libertad de culto, libertad de expresión), y la garantía de la Administración de justicia y que no intervenga más en la economía.


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