Por: José Olivares
Los
Gobiernos a lo largo de la historia democrática de Venezuela, en el que el
Estado paternalista creció de manera descontrolada y desproporcionada, han utilizado
la política económica para manejar al país de una manera irresponsable que ha
llevado a la descapitalización patrimonial, sobre todo de las generaciones
futuras.
Un
país que permitía décadas atrás, generación tras generación, escalar en el
peldaño social, escalón por escalón, hoy día no brinda bondades a sus jóvenes para
sembrar y echar raíces. Sin embargo, esta coyuntura actual, no debe verse como
una derrota, al contrario, se debe aprender de los errores y permitir construir
futuro y porvenir para sus ciudadanos.
Es por
ello, que he dedicado estas líneas a escribir sobre la economía política del
país, resaltando el hecho que ambas – la economía y la política – han afectado
la calidad y el nivel de vida de los venezolanos.
Como lo
he comentado antes los Gobiernos a partir de 1958 y hasta 1998, han mantenido
controles en todos los ámbitos de la economía, decisiones erradas en materia
económica tales como: la planificación centralizada, regulaciones de precios en
alimentos, controles cambiarios, financiamiento a empresas estatales
ineficientes, subsidio a las importaciones, proteccionismo al sector privado, es
decir, el llamado Capitalismo de Estado (teoría Keynesiana), o también llamado
socialismo light, fíjense que las decisiones en economía tomada por los políticos
de turno, afectaron no sólo los números y las cifras económicas, sino también nuestra
calidad de vida.
De no
ser así, no hubiésemos decantado en lo que vino después – la era Chavista – que
sí bien, fue producto de conspiraciones y la eterna batalla propia de nuestra historia
entre el militarismo vs. el civilismo, y la oportunidad para la izquierda
marxista de tomar el poder y hacer uso de los recursos del estado para dirigir
al país a esta debacle actual. Profundizando inclusive el socialismo light
hacía el socialismo del siglo XXI, que no es más, que la continuidad del
modelo, es decir, la planificación centralizada, regulaciones de precios en
alimentos, control cambiario, financiamiento a empresas estatales ineficientes,
subsidio a las importaciones, proteccionismo al sector privado y sumando ahora,
el irrespeto a la propiedad privada como derecho fundamental, sin garantías a la
libertad de expresión, e inclusive el derecho a la vida.
Si
bien es cierto, que estos actos irresponsables y discrecionales por parte de
los Gobiernos, distorsiona la economía, (con más inflación y distorsiones), la
consecuencia más grave y profunda es la que afecta a la psiquis del ciudadano,
es decir, la gente.
Y es
que las devaluaciones realizadas en los 50 años, han hecho que la población no
tenga la suficiente confianza en su moneda local. Siendo la excusa perfecta “devaluar”, porque esto les permitiría
al Gobierno utilizar la devaluación como mecanismo de ajuste fiscal, y así amortiguar
el impacto de los ciclos de precio sobre los ingresos fiscales, afectando o
contrayendo el gasto público, y su efecto en el empleo serian directos, por ser
una economía donde el Estado es muy grande, y la mayoría de las fuentes de
trabajo provienen de ese sector. (Más keynesianismo).
Entonces
vemos como la política económica aplicada en Venezuela ha sido tortuosa y poco
estable, llena de controles de cambio prolongadas, acompañada de devaluaciones
imprevistas y con bajo impacto en el saneamiento de la economía nacional, con
resultados negativos y resaltando la corrupción que genera el mantener controles
en la economía por tiempos prolongados. Peor aún, sin tener un propósito a
largo plazo, un propósito país, que nos permita construir en base al ahorro y
la inversión la construcción de la generación de riqueza.
De
igual manera, los Estados y/o Gobiernos, deben entender la importancia que
tiene para sus ciudadanos el DINERO, el fruto de sus labores y trabajos, empeño
y dedicación, que no pueden tolerar o soportar como se les vuelve agua entre
las manos, afectando la calidad de vida, y le bienestar individual, o como lo
señalaba Hayek:
“Después de todo, una de las principales funciones del dinero es
permitir a sus usuarios “ahorrar”, es decir, postergar consumo presente hacia
un consumo futuro. En la medida en que la moneda se deprecia, los agentes económicos
se ven persuadidos a consumir en el presente para evitar la pérdida de valor,
lo cual en definitiva atenta contra el ahorro y en consecuencia, contra la inversión,
la genuina generación de empleo y el desarrollo económico”.
Sí la economía y la política van
de la mano, como ese pareja perfecta que les mencione al comienzo, obtendremos
el bienestar individual, mejorando la calidad de vida de la gente y del
colectivo en general. Con responsabilidad y gobernantes de altura, quienes administran las arcas del Estado, buscando alcanzar el balance fiscal, limitando el tamaño del Estado, y dejando el populismo atras.
¿Cómo
ocurre eso?
Es necesario transitar hacia
la economía de libre mercado, es el momento de hacerlo, no podemos seguir
perdiendo el tiempo, por ejemplo: todos los países de Europa del bloque soviético,
20 años después de la caída del muro de Berlín lo lograron, viendo resultados importantes entre los primeros 3 a 5 años de su liberación.
Todos los sectores debemos estar conscientes del camino duro que eso conlleva, sectores como: gobierno, empresarios, sindicatos, iglesia, trabajadores, asociaciones civiles, gremios, todos, debemos estar ya claros, que la intervención del estado no funciona.
Todos los sectores debemos estar conscientes del camino duro que eso conlleva, sectores como: gobierno, empresarios, sindicatos, iglesia, trabajadores, asociaciones civiles, gremios, todos, debemos estar ya claros, que la intervención del estado no funciona.
Eso pasa por los siguientes
pasos: levantar el control de cambio, liberar los precios y solicitar
financiamiento a organismo multilaterales, es decir, una terapia de shock para
el país.
Algunos escépticos dirán que
esto traerá más inflación y menos inversión, y quizá al comienzo sí, los
precios se dispararan como consecuencia de la represión que estaban sujetos y
los inversionistas no vendrán corriendo a invertir; lo que sí es cierto, es que
nosotros debemos dar señales de seriedad y consistencia en las políticas a
tomar en materia económica. Ya luego el río tomará su cauce…
A cualquier gobierno de turno, lo que sí debemos
exigirle es el respeto a los derechos humanos (derecho a la propiedad, derecho
a la vida, libertad económica, libertad de culto, libertad de expresión), y la
garantía de la Administración de justicia y que no intervenga más en la
economía.
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